Sembrar y ser campesino es patrimonio

Lina María Cortés Gutiérrez Almanaque Agroecológico Pueblo de Usme

Tener la piel y las manos curtidas por el trabajo de la tierra, expuestos al calor o al frío helado, es ser parte del campo

Sentir el campo como esencia de la vida, tener la piel y las manos curtidas por el trabajo de la tierra, expuestos al calor o al frío helado, es ser parte del campo y, por lo tanto, ser campesino. Quienes cultivamos la papa, no solo como trabajo sino como disfrute; quienes preferimos producir antes que comprarlo hecho; quienes optamos por compartir y no por competir, y buscamos autoabastecernos, valoramos el tiempo, no medido como oro, sino en la paciencia y sabiduría que se toman las plantas para florecer, nos gusta el olor a boñiga, el paisaje de río y montaña mientras lavamos la ropa: somos los campesinos… que cariñosamente, aramos y cultivamos la tierra y nuestra huerta casera, ese es nuestro saber y lo que le podemos enseñar a nuestros hijos, eso es nuestro patrimonio. 

Nosotros, los campesinos usmeños, recordamos que los antiguos araban con bueyes, no se sembraba “rejado”, sino “hoyado”, la alverja no se colgaba y el clima era muy diferente, así que se sabía que las épocas de más lluvias eran de marzo a mayo, por tanto, en esos meses se sembraba la papa con cosecha a los cinco meses, mientras que la alverja se sembraba en verano y se cosechaba en épocas de lluvia. El cambio del clima ha hecho que se cultive a riesgo o sea en todo momento, lo que estimula el uso de fertilizantes que envenenan la tierra. Pero nosotros los campesinos sabemos que después de las grandes cosechas la tierra debe descansar y por eso sembramos zanahoria y cilantro.

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