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Los ritmos cósmicos y la agricultura

Brigida Valderrama (Zootecnista. Programa de Agroecología Urbana, Jardín Botánico de Bogotá) Almanaque Agroecológico Arrayanes - Curubital

Una invitación a los cuidadores de la tierra a levantar la mirada al cielo con curiosidad, interés y respeto

La agricultura tradicional campesina nos ha legado valiosos conocimientos que no queremos perder, donde son igualmente importantes el agua, la tierra, la vida animal y las plantas, así como las fuerzas e influencias que la tierra, las plantas y los animales reciben: el Sol, la Luna y las estrellas. Estos conocimientos han ido quedando atrás, ante la avalancha de las tecnologías que recibimos de la llamada revolución verde en el siglo pasado; hablamos por ejemplo, del auge de los abonos químicos y los pesticidas, las variedades ‘mejoradas’ de alto rendimiento, el monocultivo y el uso intensivo de maquinarias.

La Tierra, nuestra gran casa, acompañada de su satélite la Luna, flota en el espacio haciendo parte de la familia del Sol y los planetas del sistema solar, a su vez rodeado por las estrellas que generalmente asociamos sólo a las constelaciones del zodíaco. Los ritmos de las estrellas y los planetas son hechos astronómicos conocidos y estudiados por la ciencia. La Tierra como parte de esta gran familia cósmica, recibe las influencias y las fuerzas necesarias para la agricultura.

Estos ritmos son determinados por las relaciones existentes entre la Tierra, el Sol, las estrellas y los planetas, por la posición en que se encuentran entre sí en un momento dado. Los eclipses como conjunciones planetarias, la disposición de las estrellas en la eclíptica y su influencia en la precesión equinoccial, las estrellas del zodíaco y la presencia satelital de la Luna en la Tierra, definen los ritmos clave para las labores de cultivo.

Estos ritmos a su vez manifiestan influencias en las condiciones climáticas y en la vida agrícola, determinando entre otras cosas los ciclos de inundación y sequía, el movimiento de la savia dentro de las plantas, la tendencia a la aparición de plagas y enfermedades, y la calidad y la capacidad de conservación de los productos cosechados. Por ejemplo, en las plantas durante el día se activa la fotosíntesis y en la noche es mayor su crecimiento.

Las fuerzas en la planta ascienden y descienden a lo largo del día, de esta forma, en la mañana se concentran en tallos, hojas, flores y frutos y en la tarde se concentran en las hojas y la raíz; la puesta en práctica de este principio nos muestra que en las horas de la mañana hasta antes del mediodía, es conveniente la cosecha de hortalizas de hoja, aromáticas, pastos y frutas, ya que se conservarán frescas por más tiempo; las flores durarán más en los floreros y su aroma será más intenso; será buen momento para sacar estacas y esquejes para el replante de injertos y será igualmente bueno horas cosechar semillas. En las horas de la tarde, podremos realizar podas de frutales, arbustos y setos, trasplantar, aplicar compost en la tierra, cosechar raíces, bulbos y tubérculos, poner esquejes a enraizar y cortar madera. En cambio, a medio día deben evitarse todos los trabajos de la tierra, especialmente la cosecha.

Para que nuestro suelo sea receptivo a las buenas influencias de las estrellas, el Sol y los planetas, es indispensable que mantengamos el suelo vivo, muy bien abonado con compost y abonos orgánicos muy descompuestos (nunca crudos o frescos), y que en nuestros cultivos haya gran variedad, evitando el monocultivo y haciendo su rotación para no repetir los mismos en un solo lugar.

Las fases lunares, uno de los ritmos cósmicos que más conocemos, nos indican la forma en que la luna es iluminada por el Sol. Este ritmo tiene el nombre de ciclo sinódico de la Luna y se repite cada 29,6 días, tiempo en el que volvemos a iniciar un ciclo. Es sabido que la Luna tiene una gran influencia sobre el elemento líquido en la Tierra. Cuando sembramos en la época de Luna Llena, y esta coincide con la presencia de lluvias, obtendremos un notorio desarrollo en los cultivos, pero la tendencia a las enfermedades causadas por hongos será mayor y la capacidad de germinación de las semillas producidas por estos cultivos será deficiente.

En la agricultura tradicional se conocen muchas aplicaciones prácticas relacionadas con las fases lunares. En el Libro de la Luna, de Jairo Restrepo Rivera, se hace referencia a que el mejor momento para poner a empollar huevos y esquilar ovejas es entre la Luna Nueva y el Cuarto Creciente; el mejor momento para aplicar biofertilizantes líquidos foliares es en Cuarto Creciente y Luna Llena, cuando la savia fluye con más fuerza por toda la planta; también nos recomienda hacer la siembra y el trasplante de hortaliza de hoja en el periodo alrededor de la Luna Nueva, mientras que la siembra y el trasplante de hortaliza de fruto (calabazas, maíz, arveja) y de plantas ornamentales, es mejor entre el Cuarto Creciente y pasada la Luna Llena.

Este pequeño escrito, pretende hacer una invitación a los cuidadores de la tierra, los verdaderos campesinos, a sacar del olvido esos valiosos conocimientos que nos dejaron nuestros mayores y a enriquecerlos con nuestras investigaciones y observaciones; a encontrarnos con la actividad de la agricultura en un estado de conciencia más despierto, atento, observador y partícipe de los fenómenos de la vida sobre la Tierra; a levantar la mirada al cielo con curiosidad, interés y respeto para reaprender el conocimiento tradicional de las relaciones entre los astros y la agricultura; a volver a saludar día a día a nuestra compañera la Luna, gran apoyo en el hacer campesino, a iniciar un diálogo con los ritmos cósmicos. Se trata de cosas tan sencillas como cosechar en las horas adecuadas, sembrar en el momento de la mejor influencia lunar, aplicar los abonos orgánicos al suelo cuando esté más receptivo. Esto puede modificar profundamente el resultado de nuestra tarea en el trabajo de la tierra.

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