Tipo de cuidado
Re-existencia campesinaGeolocalización
Los Verjones: Historia de un poblamiento
Nosotros, campesinos tradicionales de Los Verjones, empezamos a crear conciencia ecológica y a producir, proteger y conservar, respetando todo aquello que los muiscas consideraron sagrado
Los muiscas habitaron nuestras montañas antes de que llegaran los españoles e intercambiaron productos con las tierras bajas del oriente, a través de una red de caminos.
El Cacique de Guatavita era quien dominaba estas tierras altas del oriente de Bacatá, incluidas las faldas del cerro de Guadalupe, Monserrate y el valle del Teusacá. Ellos consideraban las lagunas, peñas y boquerones como espacios sagrados para hacer ofrendas (tunjos) y rendirles culto al Agua, al Sol, a la Luna, a la Rana y a los Árboles, y además celebraban ceremonias y competencias deportivas.
En el pasado, Los Verjones comprendían cinco grandes haciendas: Quebradahonda, Santa Bárbara, El Consuelo, La Trinidad y La Esmeralda, y con el tiempo sus dueños tuvieron que parcelar la tierra y entregarla como pago a sus trabajadores, muchos de ellos campesinos oriundos del sector oriental de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Para la misma época, cerca del camino que comunicaba a Choachí, Ubaque y Chipaque con Bogotá, empiezan a aparecer pequeñas fincas con ventorrillos donde pasaban la noche quienes comerciaban en la ciudad. Las primeras familias que se establecieron se apellidaban Bravo, Fonseca, Rico y Garzón, y fueron las que empezaron a llevar por caminos de herradura madera, leña, lácteos, carne, aguardiente chirrinchi, musgo, flores, quiches y chamizos, para venderlos en las plazas de mercado de la ciudad.
Luego se construyó la vía a Choachí y eso intensificó la extracción de arena y permitió que a El Verjón bajo llegara gente de Bogotá a construir casas. Para ese momento crecen las políticas y las normas sobre el uso del suelo en la Reserva Forestal de los Cerros Orientales, así que nosotros, campesinos tradicionales de Los Verjones, empezamos a crear conciencia ecológica y a producir, proteger y conservar, respetando todo aquello que los muiscas consideraron sagrado.