Tipo de cuidado
Re-existencia campesinaGeolocalización
Jóvenes que migran: entre la ciudad y el campo
Existe un fenómeno de resistencia, al ‘re-apropiar’ y moldear todo lo aprendido en la ciudad para devolverlo al campo y al conocimiento campesino y visibilizarlo de vuelta a la ciudad
Los campesinos de las veredas de Arrayanes y Curubital están organizados de manera participativa en espacios como las Juntas de Acción Comunal, el acueducto veredal, las escuelas y las organizaciones de productores. En estos espacios las acciones que realiza cada uno de los integrantes de la familia aseguran el sustento propio en cada núcleo: las mujeres cuidan las huertas, los hombres siembran y mantienen a las bestias, y los jóvenes, se constituyen como el puente entre las prácticas ancestrales y las contemporáneas del territorio, puesto que realizan labores tradicionales paralelas a las contemporáneas; esto representa el enlace intergeneracional entre el joven y el adulto. De esta manera, estos jóvenes están en permanente cambio y enfrentan adversidades en ocasiones asociadas a la ruralidad, como las pocas oportunidades para el ingreso a la educación y al empleo.
Ángela, Sergio y Rodrigo, son tres jóvenes de las veredas de Arrayanes y de Curubital, quienes han tenido que trasladarse temporalmente a la ciudad para realizar sus estudios superiores y/o obtener un trabajo diferente al que les ofrece el campo. Por ejemplo, Sergio opina de estas migraciones que “ir a la ciudad es aprender otros conocimientos que no hay acá, que sirven pa’ trabajar mejor”. Hay una percepción de necesidad de cambio para el trabajo, traducidas en mejoramiento de la calidad de producción de los alimentos, del tratamiento del ganado, y de las capacidades de venta de los productos que solo ofrece la ciudad y que pueden convertirse en detonante para emprender la migración temporal a la gran urbe.
Esta migración del campo a la ciudad si bien genera cambios en las prácticas culturales y sociales, empujan a la juventud a volver a sus territorios de origen, a re-construir su propia identidad; a resistirse a los cambios bruscos de la relación entre la ciudad y el campo, al mantener las tradiciones de sus comunidades vivas y a realizar en su día a día las actividades que permanentemente hacían. Existe un fenómeno de resistencia, al ‘re-apropiar’ y moldear todo lo aprendido en la ciudad para devolverlo al campo y al conocimiento campesino y visibilizarlo de vuelta a la ciudad.
Dado este escenario de reciprocidad, es primordial seguir evidenciando las ausencias y los dilemas que tienen nuestros jóvenes rurales y capitalinos para enfrentarse a los modelos de educación y de empleo, para que se fortalezca su identidad con el territorio. De esta forma, podrán disfrutar de los lugares que han habitado, de la tierra donde han crecido, recoger de la tierra donde han sembrado y propagar las semillas que han cosechado para la ciudad.