Doña Trinidad Rubio

Lina María Cortés Gutiérrez Almanaque Agroecológico Pueblo de Usme

Doña Trini es la memoria viva de Usme

A María Trinidad Rubio Molina la gente en el pueblo le dice la “Muñeca”, señorita Trinidad o doña Trini. Ella es una pequeña y hermosa mujer de 82 años, aún lúcida, que es la memoria viva de Usme. “A yo me llevaron de pequeña a cultivar papa al páramo y vivir con mis abuelos, yo no viví con mis papases”, cuenta. Su vida en el campo está llena de memorias de cómo, muy pequeña, la tierra se araba con bueyes y ella pasaba por sus amigas todos los días para divertirse sembrando papa y alverja, mientras tomaban “cabrito”. “A mí me ponían a hoyar, en esa época no sembrábamos rejadeado, sino hoyado”.

Trinidad recuerda con emoción que su casa, arriba en el páramo, era grande, tanto que cabían las orquestas y los invitados, pues era tradicional hacer fiestas semanalmente. Se producía chicha durante la semana para degustar los viernes o la mandaban comprar en las tiendas. Pero, a pesar de las “recochas” y los bailes –cuenta con nostalgia–, tuvo solo tres novios, todos a escondidas de sus abuelos, que no la querían dejar tener amoríos: “mis papases eran abuelos celosos, y también muy parranderos. A ellos lo que les gustaba era bailar”, y se cuenta que Trini también era famosa por mover la falda en las fiestas, y que siempre se la gozó.

Sus quehaceres como mujer tradicional del campo se repartían entre cultivar y cocinar para los trabajadores que llegaban a ser hasta 20 o 30. Entonces duraba todo el día cocinando, sirviéndoles y arreglándoles los alimentos, como la mazamorra, a la que no le podía faltar la hoja de “rebanca”, o el mute con ceniza de leña. Trinidad recuerda el proceso del jorobo: maíz molido que “se tosta” y se vuelve harina para mezclarlo con alverja, trigo y cacao, constituyendo lo que hoy es la chucula. Así pasaban los días, y en sus memorias recuerda tardes enteras moliendo maíz, como un arte que le merecía dedicación: “Para moler el maíz en piedra la mejor forma era ponerlo en agua días antes, y así blandito, sobre la piedra, se machacaba y después se cernía. Con él se hacían esas arepas grandototas, y se usaba para el jorobo o se ponía a fermentar para la chicha”. Con todo esto y aún viendo las transformaciones de la vida moderna, no cambia el campo por nada, ni lo imagina diferente.

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