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Un páramo para un pueblo
Una nueva relación con el ecosistema de páramo
Usme se caracteriza por tener dos grandes zonas: la parte alta, que comprende las áreas rurales, con extensos cultivos de papa, alverja, habas y cebolla; y algunos barrios colonizados por los desplazados que huyen de la violencia a la capital; y la zona baja, que comprende el valle del río Tunjuelo. Esta parte tiene temperaturas que oscilan entre 9° y 15° grados centígrados, y entre 6° y 9° C en la parte alta del páramo. Los cerros más representativos son: el Gavilán, Guacamayas y Juan Rey, en la zona urbana, y al sur, hacia la zona de reserva, los páramos de Cruz Verde y Chipaque.
La altura promedio sobre el nivel del mar en la parte baja es de 2.650 metros; mientras en las partes altas oscila entre 3.200 y 3.750 m. El páramo de Usme comprende el ecosistema de alta montaña a partir de los 3.400 metros de altitud, con predominio de vegetación herbácea y pajonales, frecuentemente frailejones, esporádicas formaciones de bosques bajos y arbustivos, con escasa presencia de reptiles, mayor diversificación de aves, seguidas por anfibios y mamíferos, algunos ya en vía de extinción. Las veredas en zonas de alta montaña están sometidas a bajas temperaturas y evidencian procesos de ocupación campesina, pues por mucho tiempo han abastecido de papa a la gran urbe, al tiempo que han enfrentado su hostilidad y su exclusión, precisamente a causa del arrinconamiento y ausencia de políticas agrícolas que los beneficien. Desde hace más de 50 años, los cultivadores nos hemos visto presionados a cultivar la papa en zonas de páramo y con ello a transformar el ecosistema, básicamente por la tumba y quema de vegetación natural. Esto ha implicado la destrucción del 40% de su cobertura vegetal. Hoy día, las prácticas agrícolas han ido cambiando, por la conciencia ambiental y la adopción de tecnologías apropiadas, permitiendo una nueva relación con el ecosistema de páramo.