Geolocalización

Ablandar los corazones y renaturalizar la ciudad

Jorge E. Sánchez Almanaque Agroecológico Nazareth

Es necesario un nuevo urbanismo que sea incluyente, que busque armonías para la expresión para la expresión de lo ambiental y territorial, para el crecimiento de la biodiversidad y para la expresión de lo multicultural.

Bogotá se ha construido sobre lo que hace miles de años fue un inmenso lago, llamado por los muiscas Funzé, el cual cubría la mayor parte del área de lo que hoy llamamos Sabana de Bogotá. A la transformación natural del paisaje se le ha añadido en los últimos 500 años la agresiva acción de los seres humanos, que han ocupado este ecosistema y robado espacios al agua y a los bosques nativos, para ocuparlos con una población cada vez más apretujada en espacios cada vez más reducidos. Desde el siglo XIX, el crecimiento poblacional de la ciudad y el modelo de ocupación del territorio prácticamente han eliminado la cubierta vegetal original y la han sustituido con materiales de construcción de carreteras y equipamiento de la ciudad. 

Durante el siglo XX, dicha cobertura se transforma en cemento, ladrillo y pavimento. Varias administraciones recientes de la ciudad han impulsado la desmarginación de diferentes zonas mediante la eliminación de los tugurios. Para ello han mejorado la infraestructura vial y el equipamiento, pero sin potenciar las coberturas vegetales de la ciudad. Corazones endurecidos en las administraciones han generado igualmente paisajes endurecidos.

El paisaje urbano de Bogotá se reverdece hacia la zona norte y se torna árido en los barrios del sur. Los principales ríos que cruzan la ciudad de oriente a occidente son cloacas intermedias, que desembocan en la cloaca principal, el río Bogotá. Los humedales, otrora cuerpos de agua esenciales como soporte de biodiversidad y estabilizadores de las crecidas de los ríos en las épocas de lluvia, han desaparecido en su mayoría o se han tornado en depósito de basuras y escombros de edificaciones. Los cerros orientales, parcialmente recuperados, siguen en la mira de grandes constructores que ven en su verde natural el sitio ideal para erigir nuevos barrios para ricos y privilegiados de la ciudad y del país. De esta manera, el desaliño de construir un nuevo modelo de ciudad incluye una doble mirada: ética y estética. Es necesario entonces un nuevo urbanismo que sea incluyente, que busque armonías para la expresión de lo ambiental y territorial, para el crecimiento de la biodiversidad y para la expresión de lo multicultural.

La propuesta de “Renaturalizar” la ciudad busca en esencia hacer que esta se reajuste a procesos basados en los ritmos ecosistémicos: cierre de los ciclos de materia (reciclaje, compostaje), aumento de coberturas vegetales (arborización, jardinería, techos y muros verdes, agricultura urbana, etc.), fomento de la biodiversidad, ablandamiento del suelo, uso de energía solar, recolección y uso del agua lluvia, ampliación o creación de agro-ecosistemas urbanos, conectividad de los componentes de la Estructura Ecológica Principal (EEP) de la ciudad, etc. Se trata de imitar la naturaleza en nuestro diario vivir, tratando que nuestros ritmos productivos sean compatibles con la biosfera. Pero todo esto no puede hacerse sin participación ciudadana y coordinación interinstitucional.

De esta manera, se busca retomar los diferentes espacios de la Estructura Ecológica Principal para construir paisajes humanizados, que permitan el florecimiento de la biodiversidad, cl reverdecer de los paisajes endurecidos, la restauración de ecosistemas deteriorados, la reconexión ecológica de los ambientes urbanos con su entorno regional. Nuevas tecnologías arquitectónicas permiten ya la implementación de propuestas de reverdecimiento de techos y fachadas verdes, que aumentan las coberturas vegetales de la ciudad. Las aceras, andenes y plazas de la ciudad, que se han constituido en un monumento al cemento y al ladrillo, podrían ser intervenidas para su reverdecimiento o revitalización. Los procesos de restauración ecológica continuarían ampliándose a las zonas de borde, humedales y zonas de protección, para fortalecer la recuperación ecológica de estos entornos.

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