Gran despensa de biodiversidad

Yazmin Alicia Pulido Espinosa, Rodrigo Pulido Espinosa Almanaque Agroecológico Arrayanes - Curubital

Que nuestro alimenta sea nuestra medicina

Hace unos 15 años se consideraba difícil que brotaran de la tierra alimentos orgánicos o limpios. Era algo de lo que casi no se hablaba. 

En 2006 aproximadamente, el IICA -Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura-, empezó a capacitarnos sobre ese tema a través de salidas de campo y capacitaciones con productores de la zona. 

Éramos pocos pero fue un primer paso. Luego llegó la organización Suna Isca y continuamos aprendiendo a hacer nuestros propios biopreparados, caldos y demás, los cuales ensayamos en hortalizas y en pequeñas zonas de nuestras casas. De Arrayanes estuvimos más o menos 40 personas, pero las que creíamos y ensayamos fuimos muy pocas, como la señora Dora Naranjo y mi madre, Alicia Espinosa. De Curubital participó don Renán García. También llegaron diferentes entidades para apoyar este proceso de capacitación como las ULATA, la Secretaría Distrital de Medio Ambiente, la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico y la Universidad Jorge Tadeo Lozano que se encargó de elaborar las certificaciones.

Mientras tanto los demás no creían y aún no creen en las nuevas formas de cultivo productivo, con supuesto mayor bienestar para la tierra y los alimentos. Los problemas ambientales empeoraron porque se sigue cultivando papa, que es el principal producto de aquí, y al que se le aplican demasiados fungicidas. Aunque los demás no lo crean, eso está matando el suelo y nos afecta a nosotros mismos.

Cada vez crece el número de personas en las veredas que empieza a tomar conciencia de esta situación. 

Vivimos de forma diferente. Sin embargo, hay quienes continúan sembrando papa porque es la mayor fuente de empleo para hombres y mujeres. Creemos que no hay nada como trabajar en las fincas y saber qué comemos. Además, podemos generar empleo a una o dos personas por fuera de nuestra familia.

En la actualidad, nos estamos conociendo todos los productores limpios de las veredas. Ya tenemos productos como acelga, espinaca, lechugas de todas las variedades, brócoli, coliflor, zanahoria, remolacha, cilantro, perejil, cebolla, curaba y uchuva, y esperamos buenos resultados con el yacón y la quinua. Nos queda seguir recuperando nuestras semillas ancestrales como los cornetos, los cubios, las ibias y las chuguas que cuentan con custodios como don Miguel Beltrán en Arrayanes, que cultiva chuguas, y don Alcibiades Pulido, que vive arriba en El Candado y cultiva ibias y cubios.

Particularmente, nuestra familia se dedica a producir fresa orgánica y nos va mejor. La señora Dora Naranjo también. Ha ensayado con fre­sa y otros productos. Don Renán tie­ ne cornetos. Hay más personas que están empleando esta misma forma de producción en veredas como Las Margaritas, El Hato, y Requilina. 

Todos nos encontramos para aprender más y así llegar a tener más productos para comercializar y alimentarnos sanamente. Nuestra esperanza es que más y más personas se unan a nosotros para que seamos más los productores limpios.

Tenemos algunas falencias en la comercialización como la dificultad para transportar los alimentos hasta Bogotá, y el hecho de que en los mercados campesinos no se paga lo justo. Pero con la colaboración de usted, amigo lector, y de todos los consumidores, y con un poco de conciencia y de cultura del consumo, podremos hacer de estas prácticas algo sostenible, ¡que permita mejorar la calidad de vida de todos! “Que nuestro alimento sea nuestra medicina”

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